"La conciliación se analiza siempre desde una óptica social,
pero es un tema pura y duramente económico". Las empresas que facilitan la
conciliación son 10 puntos más productivas, reducen un 30% el absentismo y
aumentan hasta en 50 puntos la satisfacción de los empleados, lo que reduce su
rotación.
Pero no sólo las empresas salen beneficiadas, ya que varios
estudios muestran también los efectos de la conciliación para la economía de un
país: mejora hasta en 20 puntos la salud de los empleados, con el ahorro médico
que eso supone; reduce las tasas de fracaso escolar; y aumenta el consumo (si
salimos antes del trabajo compramos más) y la natalidad (los empleados y
consumidores del futuro).
Vistas todas estas ventajas, cabría pensar que las compañías se
han lanzado desaforadamente a implantar políticas de apoyo a la conciliación,
pero nada más lejos de la realidad. Si un 54% de los participantes señalan que
sus empresas tienen un entorno que dificulta la conciliación, la cifra aumenta
hasta el 71% en España, donde más de un tercio de los trabajadores están de
acuerdo con frases como "para prosperar, uno tiene que trabajar más de 50
horas a la semana" o las empresas "esperan que los empleados trabajen
en casa por la noche y los fines de semana".
La clave: los
jefes
¿Cómo conseguir cambiar esas percepciones? "Para que exista
un cambio real, tiene que haber personas con poder que lo impongan, ya sea el
Gobierno a través de medidas como el fin de la jornada laboral a una cierta
hora -Rajoy ha prometido que acabará a las 18:00 horas si es reelegido- o
directivos que apuesten claramente por cambiar los hábitos actuales y
conviertan en regla lo que ahora es una excepción y está mal visto, salir antes
del trabajo”.
“Un periodo de adaptación en el que el papel del líder es
fundamental a la hora de acompañar a su equipo, fijando objetivos y
prioridades, dando libertad, gestionando el tiempo y orientando al equipo a
resultados". En su opinión, los directivos tienen que ser conscientes de
que "es sólo cuestión de tiempo que nuestro horario se adapte a la media
universal. En un entorno tan global, es natural adoptar costumbres que nos
permitan ganar flexibilidad".
El estereotipo de jefe enemigo de la conciliación: el adicto al
trabajo. "Tienen como hábito quedarse hasta las tantas en la oficina
porque son personas que encuentran en el mundo laboral todo aquello que desean:
dinero, reconocimiento, relaciones personales, formación...". Frente a
estos directivos, a los que se les define como "ladrones de tiempo", se
destaca la importancia de ciertas políticas empresariales: "Hay compañías
donde no se asciende a los jefes que dan mal ejemplo y salen todos los días
tarde. Si tienes mucho trabajo, busca otro momento para hacerlo, pero si te
quedas en la oficina estás obligando en cierta forma a que tu equipo haga lo
mismo".
Otras medidas más básicas serían adelantar y acortar el tiempo de
la comida para compactar las ocho horas de trabajo o "repensar los
sistemas retributivos para que se basen en el valor y la eficiencia" y no
en el presentismo. Pero, ¿puede limitarse el cambio sólo a la empresa? Se cree
que no: "Debe llevar aparejado un cambio social que afecte a cosas tan
diversas como nuestro ocio, el horario de las televisiones o el de los
colegios"
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