Hoy celebramos el Día Internacional de la Salud y Seguridad en
el Trabajo, fecha en la que debemos hacer balance de lo que hemos logrado
avanzar en esta materia, y el camino que aún nos queda por recorrer.
En nuestro
país hay un antes y un después desde la entrada en vigor de la Ley de
Prevención de Riesgos Laborales de 1995, necesaria para rebajar las altísimas
cifras de siniestralidad que se padecían y que ordenó el universo de la
actuación preventiva de manera global en nuestra sociedad, adquiriendo una
nueva dimensión cotidiana.
Desgraciadamente
las cosas han empeorado mucho en estos últimos años a raíz de las reformas o
más bien recortes en derechos que nos han impuesto, y que nos ha llevado de
forma grave a la pérdida de capacidad o fortaleza en la negociación colectiva y
el hacer cumplir la legislación y los acuerdos. Por este motivo, las cifras de
siniestralidad han dado un giro terrible con incrementos totales desde el año
2012 al 2015 del 8% y del 9% en siniestralidad mortal.
La
transformación del modelo de contratación, la extensión de las
subcontrataciones, la entrada en juego de las empresas de trabajo temporal
(ETT), la desigualdad por razón de género, la entrada en escena de las Mutuas y
las controversias surgidas en torno a las enfermedades profesionales, junto con
el resto de políticas de ajuste implementadas por la nueva filosofía de corte
neoliberal, nos ha llevado a un estadio de perjuicio de las cifras muy
preocupante y como muestra indicar el incremento de la siniestralidad mortal en
los años 2013 y 2014 en contratos de duración inferior a una semana del 10 al
28 % y en el año 2015 en el sector industrial del 45 %.
Somos muy
conscientes de lo importante que es una adecuada normativa en materia
preventiva para evitar la siniestralidad, pero hemos aprendido estos últimos
años que de nada sirve si no existen adecuados controles en los que apoyarse en
caso de riesgo o incumplimiento.
Las vidas humanas no tienen precio, esto debería ser una máxima a la hora de
planificar los objetivos fundamentales de toda alta dirección empresarial, por
tanto, es imprescindible tener en cuenta que un inapropiada y lesiva situación
de trabajo sostenida en el tiempo, acabará perjudicando, enfermando o
accidentando al universo de trabajadores sometido a la misma.
Hacemos un
llamamiento desde aquí a la dirección de BMN,
para que mejoren las políticas que afectan a nuestra realidad laboral
cotidiana, que nos están llevando a padecer una jornada laboral nada saludable,
con un clima más propio del trabajo de otros siglos anteriores, y que sin duda
van a terminar minando nuestra salud a corto plazo. Esta plantilla no merece
este trato.
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