lunes, 13 de enero de 2014

El síndrome del novio de Falete o cómo consiguen que organices tu propio secuestro en la Oficina (I)

Uno de los personajes que más me gustaba de Dani Mateo en “Sé lo que hicisteis” era el del "esmirriao". El esmirriao era un novio de Falete que se hizo famoso por haber denunciado haber sido secuestrado y después se demostró que él mismo había organizado su propio secuestro.

La mayor parte de las personas que trabajan en banca declaran que hacen horas extraordinarias voluntariamente. En banca se llama "hacer tardes" y básicamente lo explican por solidaridad con el resto de la plantilla, que también hace el esfuerzo y por responsabilidad con el negocio y con los clientes.

Ese mecanismo mental que conduce a un Síndrome de Estocolmo laboral resulta muy atractivo de analizar. Es lógicamente antinatural, o al menos debería serlo, querer trabajar más por el mismo salario, sin embargo, en banca es algo casi "obligatorio" incluso puedes llegar a ser mal mirado si no lo haces.

Es muy interesante saber cómo se consigue ese efecto tan favorecedor para la empresa (menudo chollo) sin entrar en por qué lo consiente la administración, ya que supone un fraude a la Seguridad Social y al resto de trabajadores desempleados. Es interesante saber cómo la empresa consigue que te enamores de ella, saber cómo consigue que organices tu propio secuestro en la oficina.

Las claves fundamentales se encuentran en el funcionamiento tóxico de grupos humanos. Hay muchas técnicas que se ponen en marcha de manera inconsciente en cualquier grupo humano, pero devienen tóxicas dependiendo de su intensidad y frecuencia. En el entorno laboral casi todas las empresas intenta captar y cooptar toda tu atención, te secuestran.


Todo empieza con el casting. La cooptación es fundamental. Se trata de encontrar un perfil concreto. En banca se llama perfil comercial que incluye dos puntos fundamentales: la ambición y la responsabilidad. Con estos dos ingredientes es fácil doblegar una personalidad al servicio de la empresa. La ambición siempre es creciente y la responsabilidad suele ser infinita. En todo caso, una vez dentro de la empresa, ambas características se potencian visualizando siempre carreras profesionales progresivas y ascendentes, mientras las descendentes u horizontales se minusvaloran. La ambición es fácil de alimentar, solamente hacen falta promesas y un cierto tráfico de expectativas. La responsabilidad se fomenta mediante ingeniería social caracterizando a aquellos que no cumplen con los parámetros como irresponsables. La responsabilidad es fácil llevarla al campo de la culpabilidad mediante mecanismos básicos de origen religioso como el "pecado laboral" (dejadez, irte dejando cosas sin hacer, cosas que no se deben hacer). Fomentar la culpabilidad en alguien es relativamente sencillo cuando se ostenta una situación de superioridad. Los padres lo hacen respecto de los hijos, los maestros respecto a los alumnos, vivimos en una sociedad bastante culpable y poco responsable sin embargo.

Estrategia de la rana hirviendo. Una vez captada la personalidad adecuada se usa la estrategia de la rana hirviendo. Esta estrategia consiste en ir aumentando progresivamente la temperatura comercial y la carga mental de trabajo. Es conocido que una rana cuando la echas a un cazo de agua hirviendo salta inmediatamente. Sin embargo, si vas calentando poco a poco el cazo, la rana morirá hervida sin saltar. Mientras la intensidad comercial sube, la responsabilidad-culpabilidad aumenta, el salario también lo hace pero especialmente crece la carga mental. La saturación de carga mental es fundamental para cualquier empresa. Mientras estamos en una situación de ansiedad sufrimos un secuestro límbico, nuestra amigdala emocional nos sitúa en posición de alerta constante, de manera que solamente adoptamos las decisiones inmediatas y esto nos sitúa en un instanteismo constante. Vivimos en un ahora permanente donde no existe pasado (las cosas fueron de otra manera) o futuro (las cosas serán de otra manera) sino presente (las cosas son así) lo que nos impide tomar cualquier decisión más trascendente o incluso pensar. Pensar requiere un mínimo de descanso y ocio.

(Del blog de Carles Lopez Cerezuela)

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