miércoles, 9 de septiembre de 2015

NOSOTROS TAMBIÉN FUIMOS EMIGRANTES


UGT BMN considera indignante la actuación de las instituciones europeas y los gobiernos comunitarios ante el drama humano que se está viviendo en la actualidad dentro de las fronteras de la UE.

Además, reprocha a los gobiernos europeos, incluido el español, que estén actuando en contra de la propia recomendación de la Comisión de reafirmar la responsabilidad común de proteger vidas humanas bajo los principios de solidaridad, dignidad e integridad. Por ello, UGT reclama otra Europa, que no actúe tarde, mal y nunca y reafirme un modelo social digno e igualitario que no condene el futuro de sus habitantes. 

Para el sindicato, es doloroso e indignante confrontar esta recomendación con la actuación de las instituciones europeas y los Gobiernos de los estados miembros, incluido el español. Porque proteger vidas y prestar ayuda humanitaria, es una necesidad ya, ahora y dentro del territorio de la Unión. Porque las instituciones europeas y los gobiernos de los estados miembros están perdiendo la dignidad, y desde luego no saben nada de solidaridad, ni con las personas, ni, como nos ha demostrado el Gobierno español, entre los estados. 

Porque no se están cumpliendo ni los principios humanitarios, ni las obligaciones del derecho internacional respecto a potenciales solicitantes de asilo y tanto el tema de la inmigración como el de la ayuda humanitaria están entrando y siendo utilizados en los programas electorales. 

La Unión Europea y los gobiernos de los estados miembros se están jugando su credibilidad, y la están perdiendo; están poniendo en cuestión los mejores valores que dieron origen a la Unión. Pero, peor aún, están utilizando la dramática situación de los inmigrantes, sus vidas y su muerte, para, al mismo tiempo, servir a sus particulares intereses económicos y políticos. 

UGT no puede por menos que volver a reiterar que la postura del Gobierno español en esta materia está siendo impresentable y cruel, como muchas de las actuaciones que ha llevado a cabo en este país a lo largo de los últimos años y que afectan al conjunto de la sociedad. Si no nos gusta la palabra reparto o cuota de refugiados, llamémoslo compartir responsabilidades y solidaridad con las personas y con otros estados miembros. 

La postura española, de negarse a aceptar un número que, por otra parte resulta ridículo en comparación a todos los posibles solicitantes de asilo que se encuentran en Grecia, Italia o en terceros países, es vergonzosa;  que el argumento sea el desempleo y la situación económica de este país ya es indignante, más aun cuando para otras cosas el Gobierno no tiene reparos en vender una recuperación del empleo  y unos logros económicos que solo existen en sus discursos y no en la realidad. 

España debería haberse puesto al frente de los países en exigir una cumbre europea donde alcanzar decisiones rápidas, para salvar vidas, para prestar ayuda humanitaria, para compartir responsabilidades entre todos los estados miembros, en un tema que forma parte de las raíces de la historia reciente de Europa, del nacimiento de la Unión Europea  y de la memoria histórica de nuestro país. 


El Gobierno español debería recordar nuestro propio pasado de refugiados políticos y económicos y cómo las normas internacionales les protegieron y muchos países les acogieron. En lugar de eso, se ha alineado con los estados miembros que están actuando de manera contraria a los convenios internacionales y regateando a la baja, en un mercadeo impresentable, el número de solicitantes de asilo que está dispuesto a acoger.

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