UGT BMN considera indignante la actuación de las
instituciones europeas y los gobiernos comunitarios ante el drama humano que se
está viviendo en la actualidad dentro de las fronteras de la UE.
Además, reprocha a los gobiernos europeos, incluido el
español, que estén actuando en contra de la propia recomendación de la Comisión
de reafirmar la responsabilidad común de proteger vidas humanas bajo los
principios de solidaridad, dignidad e integridad. Por ello, UGT reclama otra
Europa, que no actúe tarde, mal y nunca y reafirme un modelo social digno e
igualitario que no condene el futuro de sus habitantes.
Para el sindicato, es doloroso e indignante confrontar esta
recomendación con la actuación de las instituciones europeas y los Gobiernos de
los estados miembros, incluido el español. Porque proteger vidas y prestar
ayuda humanitaria, es una necesidad ya, ahora y dentro del territorio de la
Unión. Porque las instituciones europeas y los gobiernos de los estados miembros
están perdiendo la dignidad, y desde luego no saben nada de solidaridad, ni con
las personas, ni, como nos ha demostrado el Gobierno español, entre los
estados.
Porque no se están cumpliendo ni los principios
humanitarios, ni las obligaciones del derecho internacional respecto a
potenciales solicitantes de asilo y tanto el tema de la inmigración como el de
la ayuda humanitaria están entrando y siendo utilizados en los programas
electorales.
La Unión Europea y los gobiernos de los estados miembros se
están jugando su credibilidad, y la están perdiendo; están poniendo en cuestión
los mejores valores que dieron origen a la Unión. Pero, peor aún, están
utilizando la dramática situación de los inmigrantes, sus vidas y su muerte,
para, al mismo tiempo, servir a sus particulares intereses económicos y
políticos.
UGT no puede por menos que volver a reiterar que la postura
del Gobierno español en esta materia está siendo impresentable y cruel, como
muchas de las actuaciones que ha llevado a cabo en este país a lo largo de los
últimos años y que afectan al conjunto de la sociedad. Si no nos gusta la
palabra reparto o cuota de refugiados, llamémoslo compartir responsabilidades y
solidaridad con las personas y con otros estados miembros.
La postura española, de negarse a aceptar un número que, por
otra parte resulta ridículo en comparación a todos los posibles solicitantes de
asilo que se encuentran en Grecia, Italia o en terceros países, es vergonzosa;
que el argumento sea el desempleo y la situación económica de este país
ya es indignante, más aun cuando para otras cosas el Gobierno no tiene reparos
en vender una recuperación del empleo y unos logros económicos que solo
existen en sus discursos y no en la realidad.
España debería haberse puesto al frente de los países en
exigir una cumbre europea donde alcanzar decisiones rápidas, para salvar vidas,
para prestar ayuda humanitaria, para compartir responsabilidades entre todos
los estados miembros, en un tema que forma parte de las raíces de la historia
reciente de Europa, del nacimiento de la Unión Europea y de la memoria
histórica de nuestro país.
El Gobierno español debería recordar nuestro propio pasado
de refugiados políticos y económicos y cómo las normas internacionales les
protegieron y muchos países les acogieron. En lugar de eso, se ha alineado con
los estados miembros que están actuando de manera contraria a los convenios
internacionales y regateando a la baja, en un mercadeo impresentable, el número
de solicitantes de asilo que está dispuesto a acoger.
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