Incompetencia es la palabra más suave para calificar esta historia,
que ni Berlanga hubiera sido capaz de imaginar.
En la Andalucía profunda, la
de hondas raíces, cambian de destino a directores, directoras, subdirectores y subdirectoras,
se anuncia a bombo y platillo su nueva ubicación; se les dan instrucciones,
indicando que tienen que tomar posesión en su nueva sucursal; se despiden de
compañeros, clientes y autoridades, dando paso al nuevo relevo; y tres días después,
sin mediar razón alguna… Se les da la orden de volver a su antiguo destino.
Aquí paz, y después gloria; sobre todo, para los incompetentes que
se han cubierto de ella.
Que si un error… Que si los nombramientos no estaban autorizados…
Que si excusas... Que si explicaciones a clientes…. Que si Madrid esto o
aquello….
Que SÍ, que los hay incompetentes y todos bailamos a su son: los
de Madrid y los de aquí. Y esto es lo que hay: Clientes perplejos y personal
cabreado y dolido, que se siente ninguneado y humillado.
¡Que gestionar bien no cuesta dinero!
Ya estamos hasta la coronilla de incompetentes y de cortijos. Que
quien tenga que hacer, haga, pero pronto; que el negocio sale por las puertas y,
detrás de él, nuestro futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario