lunes, 9 de febrero de 2015

Oficinas: La percha de todos los palos - Blanqueo de Responsabilidades

No es nada nuevo hablar de la presión que se sufre en las oficinas a diario. No ayuda en nada el sistema informático que tenemos, la propia tarea administrativa, que ya de por sí nos come, a la que se añade la presión comercial. Presión que se extiende a TODO el personal de la oficina. Incluyendo a aquella parte del mismo a quien no se le da la más mínima opción de hacer labor comercial alguna. Intentando –muchas veces con éxito- abocarles a la prolongación sistemática y continuada de horarios.
El colmo es cuando “alguien” se da cuenta de que no ha hecho bien su trabajo. Que aquella normativa que nos puso el banco de España hace X y que había tiempo de sobra para ir cumpliendo, resulta que tenía una fecha límite. Y nos plantamos en el último trimestre, y entonces… ¡todos a correr como pollos sin cabeza! Eso es lo que ha pasado con la normativa sobre Prevención del Blanqueo de Capitales y Financiación del Terrorismo. Meses y meses sin preocuparse en serio, y ahora toca blanquear la responsabilidad:
¿Quién lo tiene que arreglar? Las oficinas, ¡por supuesto! En otras entidades han mandado una comunicación clara a sus clientes, estableciendo procedimientos y circuitos centralizados, pero aquí no hacen falta esos dispendios, al fin y al cabo en las oficinas están muy ociosos y tienen tiempo de sobra. Además, el teléfono nos sale más barato… ah, que tampoco… y se colapsa la centralita…
¿Qué herramientas les damos? Como siempre, ¡lo mejor de lo mejor! De primeras, bastará con un listado kilométrico para llamar, que en dos ratos (o mil tardes) está hecho. No han faltado  “los avispaos” que han pretendido aprovechar las llamadas para que se haga labor comercial, total, si son cuatro mal contados.
Como la evidencia es tozuda y ni tiempo para llamar hay, a alguien se le enciende una bombilla (¡menos mal!) y decide informar a la clientela mediante mensajes  en cajeros e internet. Ahora los clientes entran asustados en la oficina, todo un logro.
Ya tenemos a los clientes aquí. Bueno, un escaneo rápido, 4 preguntas para completar ficha, y en un minuto hemos acabado. ¡Pues no! Nos toca enfrentarnos a una auténtica “gymkhana” de pantallas, errores, mensajes de advertencia que se repiten mil veces para nada. El remate es que, cuando crees que ya lo tienes todo, se te pone un botoncito amarillo, para que te saque 4 folios (repetidos) que deben firmarte y tú subir ¡inmediatamente! Porque si no, todo lo que has hecho (escaneo incluido) igual no sirve de nada y tienes que empezar de nuevo…
10-15 minutos después, has acabado con ese cliente, que entró con poca gente en la oficina. Ahora, lo mismo la oficina está llena, muchos para hacer lo mismo, y bendecirás tu suerte si a las 15:00 al menos ya has dejado de atender. Ya cuadrarás, que no hay prisa… después del “ briefing” comercial…
Lo mejor está por llegar: es cuando los superiores asoman y dicen que todo ese esfuerzo no sirve de nada, que vamos lentos en los objetivos. Pero que también aparecemos en el “ranking” de oficinas con documentos pendientes de escanear. Que nos miden individualmente por lo que vendemos. Y es cuando tú te das cuenta que, lejos de irte satisfecho por un duro día de trabajo superado, te vas muy tarde, frustrado, cansado, abatido, menospreciado y con ganas de mandar a todo y a todos a algún sitio marrón que no vamos a decir. Mañana, más. ¡¡¡¡HASTA CUANDO!!!!!

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